¿Por qué me siento solo?
Cuando vienen esos sentimientos de soledad
Daniel
Defoe escribió “Robinson Crusoe”, el náufrago que vivió 28 años en una isla; la
idea fue tomada de la real historia de Alexander Selkirk, un marinero escoces
que estuvo poco más de cuatro años en el archipiélago de Juan Fernández,
completamente solo. En este caso, él sintió
la soledad porque ni un solo prójimo estaba a su alcance, ni siquiera para
hablar trivialidades.
Es muy
común sentirse solo, es el sentimiento que todo ser humano ha experimentado en
mayor o menor medida. Incluso algunos la han vivido de forma extrema por aislamiento,
ya sea por sí mismo o a la fuerza, como los ermitaños o cierta clase de
presidarios o exiliados.
La soledad
en si no es mala cuando se dosifica, y no es nuestra idea hablar de ella en sí
misma; hay personas que continuamente buscan la soledad para edificación
personal, meditación, estudio o simplemente contemplación (Cristo buscó muchos
momentos de soledad para estar “con el Padre” en oración), sino que hablaremos
sobre el sentimiento de soledad que
algunas personas pudieran sentir (o sienten) y que les lleva a la tristeza, la
angustia o la depresión, incluso al suicidio.
Un sentimiento de soledad es cuando
creemos, sea que haya gente a nuestro alrededor o no, que nadie está a mi lado
para compartir la vida, los sueños, las ideas, o simplemente los momentos que
pasan. Es un sentimiento negativo en todo sentido, porque, habiendo en nuestro
entorno personas, no las vemos como la compañía necesaria para nuestros fines,
deseos o sueños. Hay personas que se han sentido solas teniendo a su lado
¡Esposo(a), hijos, madre, padre, etc!.. ¿Por qué? Porque, aunque son semejantes
en cuanto a ser, cercanos en cuanto a distancia, no lo son en cuanto a llenar
el profundo sentimiento de la compañía. El sentimiento
de soledad está relacionado con el aislamiento,
la noción de no formar parte de algo.
¿Cuándo vienen esos sentimientos? Vienen
cuando hay una pérdida de un ser querido; el abandono de una persona especial;
el alejamiento de alguien que llenaba tu ser... Pero no siempre tienen que ver
con pérdidas y alejamientos, a veces es simple descubrimiento de
incompatibilidad o desilusión de las personas en las que creíamos, pero ya no. Cuando
se invierte en construir sueños y esperanzas, por ejemplo, pero descubrimos que
uno no va en la misma dirección, nos desilusionamos y comenzamos a sentirnos
solos. Cuando no se siente amado por alguien a quien se ama.
¿Por qué es peligroso? Por lo mismo que vengo
sosteniendo, porque no logra ver a su alrededor a quienes podrían sacarlo de la
misma soledad y darle nuevos propósitos a su vida. Es peligroso porque los que
le rodean sienten perderlo y uno siente alejarse; no hay compatibilidad. Se pierde
la alegría, la esperanza y los sueños que nos mueven a construir, a relacionarnos
y dejar que se relacionen con nosotros; a crecer aprendiendo de otros y que
otros crezcan aprendiendo de uno. Los sentimientos de soledad suelen
convertirnos en egoístas personalistas que vive lamentando porqué nadie se
acuerda de nosotros, pero cada vez es el resto quien ve como nosotros los
olvidamos.
En algunos
casos este sentimiento solo es pasajero o temporal, pero en otros se asienta,
creando seres con corazones lamentables y almas sufrientes. Mientras sea un
pasar, creceremos y empatizaremos con aquellos que lo sufran. Mientras sea
permanente, se estanca y retrocede, a veces hasta la misma muerte (o un gran
deseo por ella).
Fue lo que
le pasó a Elías, después de su formidable victoria en el monte Carmelo por mano
de Dios (1 Reyes 18:20-40). Después de la amenaza de Jezabel, sintió la soledad
de ser el único profeta de Dios que quedaba sobre la tierra (1 Reyes 19:10).
¡Oh! Cuan inestables y frágiles de mente y espíritu somos los seres humanos. Elías
había olvidado que DIOS ESTABA CON ÉL EN LA VICTORIA, Y TAMBIEN EN LA DERROTA. Había
olvidado que el mismo Dios que lo libró de 400 profetas paganos y mentirosos,
lo podría librar de una pérfida mujer idolatra y mezquina. El mismo Dios que le
dio de beber en el desierto, le dio de comer de una viuda en banca rota, era el
mismo Dios que se había reservado 7.000 profetas que no habían doblado sus
rodillas ante dioses de mentira (1 Reyes 19:18). Él se centró en su soledad, se
centró en su pena y compasión por sí mismo. No se animó a buscar si quedaban más
como él, no se animó a preguntarle a Dios que hacer, no se refugió en el que lo
había encomendado, sostenido y librado;.. ¡Oh! Pero Dios misericordioso lo
guardó, lo abrazó y le mostró la salida.
¿Dónde termina tu sentimiento de soledad?
En Cristo, el misericordioso que te puede guardar, abrazar y quien te mostrará
la salida. Ahí está el salvador quien entiende de soledades; ahí está la compañía
para tiempos oscuros y lugares inhóspitos. Él es el castillo fuerte, la sombra
del viajero, el agua del sediento, la compañía del solitario.
Pero Cristo
no está solo; porque además del Padre y del Santo Espíritu Santo, está su
iglesia.
¿Dónde
termina tu sentimiento de soledad? En su iglesia, donde están los polluelos de
Cristo, las ovejas de su redil. No es un redil vacío, está lleno de vida y
abraza con el calor de su lana. Es el ejército de Dios con el que reinará una
vez que vuelva. Ejercito lleno de cicatrices que evidencian sus luchas, pero
que revelan su firmeza al permanecer al lado de su Libertador;.. Son los 7.000
que se ha reservado Dios y que no doblarán la rodilla ante falsos ídolos y te harán
compañía SOLO SI TU QUIERES BUSCARLOS.
Ya sabes dónde
termina tu soledad. Dios te bendiga.
Pastor
Marcelo Valdés