martes, 29 de octubre de 2013

Definiendo los Limites


Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos (Jeremías 6:16)

“No traspases los linderos antiguos que pusieron tus padres”
Proverbios 22:28

Los límites están para no traspasarlos, para indicar hasta donde se puede llegar. Los límites demarcan un camino, una propiedad, una frontera. Los límites ayudan a las personas para no excedernos, por ejemplo: con el horario de salida o llegada, en atribuciones con el sexo opuesto, con lo que pertenece a otro, con el respeto hacia uno y los demás. Los límites están en todo orden de cosas: hasta donde comemos, miramos e incluso hasta donde llevamos los pensamientos. No solo los niños tienen límites, también los jóvenes y adultos. No hay personas en la sociedad, creyente o no, que no tenga límites.

¿Qué seria de una sociedad sin límites?
Bueno, simplemente sería una sociedad “desbordada”, sobrepasada, anárquica.  En los tiempos de Noé la maldad había llevado al hombre a no ponerle limites a la perversidad de su corazón (Génesis 6:5). La paga por traspasar la moral de Dios fue la muerte a través de un diluvio universal. 
En el tiempo de los jueces, las tribus de Israel vivían solo gobernados por Dios; sin embargo “Cada uno hacia lo que bien le parecía” (17:6, 21:25). Su transgresión fue castigada con la esclavitud por las diversas tribus que los rodeaban. Tanto en los tiempos de Noé como en los Jueces, se olvidaron de la máxima Bíblica de Dios (Deuteronomio 8:6)

Actualmente, los países que carecen de un gobierno estable o una constitución solida, viven de manera tribal peleándose los unos con los otros. Las violaciones a los derechos más fundamentales no existen, solo la ley del más fuerte.
Gracias a Dios vivimos en un país que tiene ciertos límites. Desde la misma constitución y las leyes que gobiernan la sociedad, con sus poderes ejecutivos, legislativos y el poder judicial, con sus fuerzas armadas y de orden, se puede decir que tenemos una sociedad más menos en regla. Y aun así nos vemos enfrentado a la delincuencia, al tráfico, a violaciones, asesinatos, robos, estafas, aborto, secuestros, violencia intrafamiliar, etc. Aun en la sociedad más ordenada hay desorden. Porque aun en la sociedad mas ordenada, existen corazones sin ley.
La sociedad de hoy sabe que hay un Dios, pero no le importa.
La sociedad de hoy sabe que existe la Palabra de Dios, pero no cree en ella.
La sociedad sabe que la moral del mundo proviene de sus preceptos, pero aun se revela contra ella.
El mundo esta desbordado. Ha sobrepasado los linderos que procuraba una sociedad más consciente. Satanás se ha preocupado de quitar el deseo del salmista (Salmos 16:11),.. Ya no hay tiempo para él, ni delicia en él.



Nunca ha sido más oportuno volver a los consejos de Dios como hoy, pero nunca ha habido más resistencia para el predicador que al momento de declararlo, en estos aciagos tiempos.
Quizás hoy no calce bien el Proverbio 4:14 donde se nos llama a no “entrar por camino de malos”,.. Hoy se debe pedir, incluso al hijo de Dios “¡¡Sal de ese camino!!”… “¿Cómo llegaste hasta ahí? ¿En que minuto traspasaste los linderos de vuestros padres? ¿Cómo te has desviado de la senda del Señor?”

Hoy necesitamos a uno como Juan el Bautista y que nos declare con autoridad lo que pregonaba en Marcos 1:3 “Voz del que clama en el desierto; Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas

A los “cojos” con Cristo es bueno declararles lo que Hebreos nos enseña “Y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado” refiriéndose a la cojera espiritual en la que muchos están.

Recordarle al de doble animo, “que es inconstante en todos sus caminos” (Santiago 1:8), que se afirme de la mano de Dios, tomando como barandas sus dedos y así seguir derechos por su senda estrecha que lleva a la salvación.

Recordémosle a todo mundo que tenga cuidado por donde va “Porque los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, y el considera todas sus veredas” (Proverbios 5:21)

Definamos nuestros límites; definirles los límites a nuestros hijos; no hagamos nuevos trazados; ocupemos los que Dios ya ha puesto. Son buenos limites recontra marcados en su Palabra. Sus linderos nos previenen de caer al barranco, sus sendas nos llevan al éxito, y ¿Qué mejor éxito que la plenitud de Dios?



Bendiciones
Pastor Marcelo Valdés