¿Qué Maestro Debo Escuchar?
“Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros,
sabiendo
que recibiremos mayor condenación”
(Santiago 3:1)
“Pero vosotros no queráis que os llamen
Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre,
el que está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro
Maestro, el Cristo”
(Mateo 23:8-10)
Sabemos que
debemos escuchar a Dios. Pero muchas veces en las iglesias, usando de nuestra
libertad de opinión, prevalecen algunas ideas por sobre los maestros o pastores
designados por Dios para administrar las verdades bíblicas.
Todo miembro
de una iglesia tiene la libertad de opinar, elucubrar ideas, someter a juicio las enseñanzas, pero todo bajo un parámetro bíblico, para
ser bíblicos y vivir bíblicamente. Lamentablemente muchas veces prevalecen
por sobre las verdades bíblicas, ideas u opiniones particulares por sobre las
espirituales; y muchos miembro incautos, tienden a alinearse con lo equivocado.
De una u otra manera, esas personas que
sostiene la bandera de “su verdad”, se hacen maestros que son seguidos por
otros y que recibirán mayor condenación.
Entonces es
valida la pregunta ¿A que maestro debo escuchar?
Dios es quien
reparte dones mediante el Espíritu Santo y establece Pastores y Maestros
(Efesios 4:11). Si es Dios, entonces Él nos está diciendo a quien escuchar en
esta tierra.
Si Dios es quien
llama, entonces el maestro estará en plena sintonía con la Palabra de Dios. Eso
debe ser un parámetro a medir y evitar así seguir a falsos maestros. Hoy hay
muchos “pastores” llamados por un grupo de miembros de una iglesia, pero no
necesariamente por Dios. Pero aquel que ha sido comisionado por la iglesia,
ordenada por ella, enviada por ella y sujeta a ella bajo los estrictos
parámetros bíblicos (1 Timoteo 3:1-7), con un claro llamado del cielo y no del
hombre, entonces a sido Dios, quien de manera ordenada a través de su iglesia,
a trabajado en el establecimiento de aquel siervo.
Si la palabra
de Dios tiene la autoridad en toda doctrina, debes escuchar a aquel maestro que
tiene en alta estima tal doctrina (2 Timoteo 2:15, 3:16-17). En cuanto a
convicciones (como el vestir, que ver en TV, como conducirme ante la sociedad,
etc.), es la biblia la que pone los principios fundamentales y es el maestro
que acude a esos principios a quien se debe escuchar. Siempre, los buenos
siervos de Dios, adoptan convicciones basadas en los principios eternos de la
Palabra. (2 Timoteo 4:1-4) (2 pedro 2:1-3)
Judas 4, 10-11, 17-18
El libro de
Judas nos alienta a contender ardientemente por la fe, ya que se levantan
encubiertamente en las iglesias personas con doctrinas diversas y contrarias a las de Dios. Pero nótese,
se hace encubiertamente, nunca a vista y paciencia de todos. Impera el engaño y
el mal consejo con sigilo, pero se dosifica de tal manera que muchos incautos
se abanderan con tales engañadores, como si lucharan por la causa perfecta. Los
primeros se convierten en maestros, los segundos en sus discípulos… pero
recibirán mayor condenación.
Judas nos
pone el ejemplo de la contradicción de Coré (Números 16): Se levanta contra los
designados de Dios, con más de 250 hombres, pero que Dios termina castigando,
tragándoselos la tierra. Quizás Coré tenia un mayor don de palabra, un
perfeccionista, grandes ideas, pero no
había sido designado por Dios para guiar a su pueblo; esa tarea le
correspondía a Moisés. Él era el designado por el soberano Dios.
Nicodemo,
siendo Maestro, no sabía conducir a la vida eterna a sus dirigidos (Juan 3:10).
Muchos, en sus propias opiniones, no saben que están condenando a los que
guían, como a si mismos.
Hoy se ven
muchas opiniones particulares en las iglesias CONTRARIAMENTE A LO QUE EL
MAESTRO PUESTO POR DIOS ENSEÑA, LO QUE LA BIBLIA ENSEÑA, LO QUE DIOS ENSEÑA.
Algunos son de Apolos, otros de Cefas y otros de Cristo, pero el peor grupo es
el que dice: “YO ME REPRESENTO A MI MISMO”. Las visiones particulares deben
evaluarse a la luz de las Escrituras y alinearse con el Siervo puesto por Dios
para guiar al pueblo. Es obvio que si un pastor no está sujeto a las Escrituras
y sus convicciones están lejos de ser bíblicas, entonces (y solo entonces) es
cuando uno, también con Escritura en mano, puede tratar de arreglar a solas con
el siervo dichas cuestiones, pero siempre con la intención de ganarlo, no
pensando en desecharlo, pues muchas veces los Siervo hacen lo mismo con las
ovejas porfiadas, tratando de ganarlos pacientemente, amonestándoles y
exhortándoles.
Si el
Espíritu Santo claramente nos ha designado a un pastor y maestro, quien se
somete, predica y vive convicciones sanas ¿No debiéramos obedecerle? ¿Por qué
altercar con el emisario de la Palabra de Dios, en cuanto a estas cosas? ¿No
debiéramos estimarle? (Hebreos 13:7,17)
“Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que
trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra.
Tened paz entre vosotros”
(1 Tesalonicenses 5.12-13)
Conclusión:
No nos
hagamos maestro sin tener un claro llamado de Dios. No nos hagamos portadores
de verdades contrarias a las que un buen maestro enseña, conforme a la Palabra
de Dios, porque recibiremos mayor condenación. No nos hagamos maestro de
opiniones personales, cuando la Enseñanza del maestro es claramente basada en
las Escrituras, pues eso es hablar abiertamente en contra del maestro que es
Cristo y convertirse en opositor a él.
Pastor Marcelo Valdés