¿Miedo a servir?
(Cuentas Claras Conservan… La Vida)
Mateo 25:14-30
Llegará un día en que el Señor
Jesucristo vendrá y querrá ver los frutos de nuestros talentos. Llegará un día
en que estaremos cara a cara con él y será el momento de rendirle cuentas. Dios
nos previene a través de esta maravillosa lección de frutos y esterilidad.
Hemos oído que debemos temer a
Jehová, ese es el principio de la sabiduría (Proverbios 1:7). Pero he aquí un
hombre que temía y fue echado a la tinieblas ¿Parece una contradicción?... Aparentemente
puede parecerlo, pero tajantemente no lo es.
Lo que sí es verdad es que el miedo detiene, el horror paraliza.
¿Era temor a Jehová lo de este siervo “inútil”?
¡Claro que no! era más un temor al
resultado de su juicio, pero no al Juez… Hay hijos que no respetan a sus padres
pero sí temen sus castigos, o al dolor de sus varas. Cuando no hay reverencia a
la autoridad, también se olvida que habrá una consecuencia. Solo llegado el
momento caen los lamentos, poco antes del dolor, y luego, los gritos por el
mismo dolor.
Como dijo el escritor:
La rebeldía dirige su mirada hacia sus pies, como baila, como saltan,
pero no hacia el sendero por donde va; mas la sensatez dirige su mirar hacia el
horizonte y al sendero que lo ha de llevar; sabrá si bailar, saltar o caminar
es la necesidad.
Cuando Dios manda a fructificar, DEBEMOS FRUCTIFICAR, no a perder el
tiempo vía excusas improductivas.
El verdadero temor a Jehová no es
solo a su severidad por la desobediencia, sino a producirle dolor POR NUESTRA
DESOBEDIENCIA. Un hijo amoroso de su padre, TEME causarle dolor, y TEME producirle un sin sabor que rompa la
comunión.
El temor a Dios activa, no paraliza
El temor a Dios revitaliza, no deprime
El temor a Dios te envía, no te hace quedarte
Pero muchos se han escondido en el
temor, al miedo aparente de que con Cristo los sacrificios son mayores y sin
ganancia alguna. No es el temor a Jehová, del que emana la necesaria sabiduría,
sino temor a su propia comodidad, a su mediocridad, a su incapacidad. Al mal siervo
se le llama negligente e inútil, porque no pudo hacer nada con los recursos que
el bendito había puesto en sus manos, sino que lo escondió como un estorbo a su
diario vivir, olvidando el capital del que fue dotado para no fructificar ni
siquiera por vía bancaria.
Su temor era real. Pero era temor a
trabajar, temor a pertenecer, temor a construir, temor a todo lo que conlleva
edificar. Temor por su integridad, temor por tener que sacrificar, temor por
tener que dar. Un verdadero miedo a la productividad. Pero Dios no crea seres
estériles. Se paraliza, se deprime, se queda en la nada, solo por miedo.
Al hombre le dijo “id y fructificad”,
“multiplicaos”, “llevad fruto”. Si hubiera querido, el mismo Dios tenía la capacidad
de hacer a todos los hombres de una sola vez, pero dijo multiplicad. Pudo
hacernos nueva criatura sin exigirnos ningún fruto, pero manda a fructificar.
Pudo traernos a todos los convertidos a la iglesia pero manda a labrar los
campos. En todos los casos hay que PRODUCIR, trabajar, sacrificar,.. Pero les
aseguro hermanos queridos, que el pago será aún mayor y mejor que cualquier
sacrificio que hayamos hecho.
Cuando se teme a Jehová se va más allá de las fuerzas. Cuando se tiene
miedo de lo que exige Jehová, se esconden las fuerzas (se mezquinan, se
disimulan)
Oíste que se nos dijo que “quien
quiera seguirle debe cargar su cruz” (Mateo 16:24). Yo te digo hoy que no
existen las cruces de pluma, ni las hay de distintos tamaños para hacer más
cómodo el viaje, solo existe una, y es la que cargó Cristo, la que lo derribó,
la que tuvo que cargar otro por él; esa horrorosa cruz que vino a ser preciosa
para todo redimido, esa que puede ser pesada hoy, pero gracias a ella tener un
precioso mañana, es la única que se debe cargar ¡¡ Y no evitar !!
Así también, los demonios temen,
pero su miedo no les impide ser endemoniados. Hay quienes temen de la misma
manera, nada les impide ser impíos y miserables.
Cuando se teme a Jehová, las cuentas
claras se darán y la vida conservaras. Cuando solo hay miedo a su severidad, te
paralizas porque esa un día llegará.
Solo los dos primeros siervos, con
frutos en distinta medida son los que entran al gozo del Señor. Pero el siervo
inútil y negligente solo le espera un lugar de tinieblas, un lugar de lloro y
crujir de dientes.
¿Miedo a la obra de Dios? Temamos más al Dios de la obra
¿Miedo a poner las manos en el arado? Temamos más a la improductividad
de las tinieblas
¿Miedo a perder el status o la comodidad? Temamos mas a perderlo todo,
incluso el alma.
¿Miedo al dolor por servir a Cristo? Temamos más al lloro y crujir de
diente por una eternidad.
Bendiciones.
Pastor Marcelo Valdés