Podemos confiar
plenamente en la Biblia
En 1985, el periodista norteamericano Terry
Anderson fue tomado rehén en el Líbano a manos de movimientos iraníes. Fue
tratado brutalmente y encadenado por más de 24 días y luego ocultado por casi
siete años en una prisión con poco aire y poca luz. Ante esto tuvo que enfrentar
algo peor que sus captores: una lucha mental que lo podía llevar a la locura. Sus
secuestradores le preguntaron que necesitaba para mantenerse vivo y con
esperanza, en uno de las pocos momentos de misericordia de sus captores. Su
respuesta fue inmediata y sin vacilación: una Biblia. Su fortaleza, su
esperanza, su sanidad mental y espiritual no la depositó en la negociaciones de
las embajadas respectivas ni en dineros de rescates de por medio. Su única esperanza
para esta vida y la próxima fue la Palabra de Dios. Si vivía, seria
exclusivamente por Dios; si moría, iría a la presencia de Dios. Finalmente fue liberado
el 4 de diciembre de 1991.
Muchas personas a lo largo de la historia se
han visto en plenas dificultades, y en algunos casos de situaciones extremas, pero
con un denominador común: han acudido al maravilloso libro dejado por Dios para
nosotros, la Biblia. Ellos han entendido que su Palabra inspirada ha sido la única
que contiene promesas de liberación para esta vida y la venidera.
Lamentablemente estamos en tiempos donde la
apreciación por este magnífico libro vivo ha decaído de una manera vertiginosa,
por personas que la han querido desacreditar. Sin embargo esto no es nuevo,
desde que se comenzó a tener registro de las Escrituras inspiradas por el Santo
Espíritu de Dios, es que Satanás y los hombres impíos e incrédulos intentan
deshonrar, mancillar y ofender. Como ejemplo, mientras Dios escribía con su
dedo las Tablas de la ley en presencia de Moisés, el pueblo había reemplazado a
Dios y su mensaje por un becerro de oro.
Tanto hablar en contra de las Escrituras ha
creado conflictos aun en los más creyentes, que se ven confundidos por lo que “expertos”
proclaman, versus lo que Dios dice. Cuando descubrimientos científicos parecen
contradecir lo que la Biblia señala, los verdugos de la Biblia se levantan
victoriosos poniendo el dedo sobre simples cristianos sin preparación científica,
dejándolos tambaleantes ante los aparentes nuevos hallazgos de la ciencia.
Pero el aparente problema puede resolverse de
la manera más fácil de lo que se cree: los “expertos” son los que debieran
mirar más atentamente a las Escrituras para ver si realmente está
contradiciendo a la ciencia. Son ellos los que ignoran lo puesto por Dios ahí, no
sus hijos; su debilidad es conocerla, lo que en principio, viene a empatar el
asunto. Sin embargo, al ser rigurosos, encontraran que nada es contradictorio
por el Creador y la buena ciencia y los cristianos debieran estar preparados
para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que demande
razón de la esperanza que hay en nosotros (1 Pedro 3:15).
Quizás aquí hallamos un problema actual de
nuestra parte ¿Estamos realmente preparados en conocimiento bíblico? ¿Somos
versados en su Palabra? ¿Están los cristianos utilizando métodos de
interpretación correcta?.. ¿La leen siquiera?.. Una encuesta reciente demuestra
que el mundo cristiano no lee las Escritura y que ni siquiera pueden recitar de
memoria los 66 libros que la componen en más de un ¡¡80%!!.. uf. Actualmente,
en el mismo grado, los “defensores” de las Palabra no conocen más de 10
versículos de memoria, su único universo escritural al momento de defenderla. Solo
1 de cada 10 miembros la han leído completamente alguna vez. Entonces es lógico
pensar, que si el mismo pueblo de Dios la desconoce, entonces el mundo la
desconocerá mucho más también.
Otro problema es en cuanto a su contenido. El mundo
podría leer las Escrituras y conocer su contenido, pero ¿La podría entender?..
Para ellos son Locura porque se han de discernir espiritualmente (1 Corintios
2:14). Si así es, ¿Cómo podría encontrar alguna concordancia científica, profética,
histórica, arqueológica, si solo es un mero libro mitológico? ¿Qué intención tendrían
en demostrar su veracidad, por más que coincidieran? Obviamente no.
Así que querido hermano, puedes seguir
confiando plenamente en las Escrituras, porque es el único libro que ha
resistido los análisis más rigurosos de personas objetivas. Si bien no es mi
intención hablar de esos análisis ni detallar en su defensa como ella se
defiende sola (Ya hay libros dedicados a eso; recomiendo “Evidencias que exigen
un veredicto” de Josh Macdowell, o “Apologetica” y “Quien creó a Dios” de
Norman Geisler, para empezar), es bueno tener en cuenta que depende de nosotros
mantenerla vigente, cumpliendo el mandato de “enseñando que guarden todas las
cosas…” (Mateo 28:19), “y que contendamos ardientemente por a fe que ha sido
una vez dada a los santos” (Judas 1:3);.. Para eso toma tu Biblia y comienza a leerla,
estudiarla, memorizarla. Marcala, subrayala, apunta. Como dijera algún día
Spurgeon, “una Biblia hecha pedazos, usualmente es de una persona que no lo
está”. Porque siempre traerá bendición a
tu vida y a los tuyos.
Bendiciones
Pastor Marcelo Valdés