viernes, 9 de julio de 2010

Con un Poco de Cariño


Mirando al cielo 75

“Pero cuando Timoteo volvió de vosotros a nosotros, y nos dio buenas noticias de vuestra fe y amor, y que siempre nos recordáis con cariño, deseando vernos, como también nosotros a vosotros, por ello, hermanos, en medio de toda nuestra necesidad y aflicción fuimos consolados de vosotros por medio de vuestra fe” (1 Tesalonicenses 3:6-7)

El cariño se palpa, se siente, se intuye, se ve o se percibe. Cuando hay cariño por alguien, eso se logra distinguir. Porque el cariño fluye hacia la persona amada, apreciada, admirada. No siempre va acompañada de palabras de afirmación, a veces se adorna el cariño con hechos, con atenciones; está acompañada de una sonrisa, de un gesto agradable, de un alegrarse al verse, tal vez abrazarse, o en la simple calidez del un saludo o apretón de manos. Aun si estamos lejos podemos sentir ese amor a través de una carta, de una llamada, de un mensaje, un envío, una postal. Porque el que quiere siempre se da a conocer, y siempre quiere reconocer.
Cuando uno se siente querido hay consuelo, hay alegría, hay motivos para seguir adelante. Por eso entiendo a los apóstoles el haber seguido, hasta las últimas consecuencias, predicando el evangelio a toda criatura, aun en tiempos de persecución (recordemos que todos sufrieron la muerte o el destierro por causa de Cristo). No los detuvo el acoso, las privaciones, el miedo; nada detiene cuando hay cariño y amor, nada nos frena si sentimos el gozo de ser queridos. Se hace lo que se tiene que hacer sin vacilaciones. Los apóstoles tuvieron un mundo en contra, pero unos fieles le recordaban la verdadera motivación para seguir luchando: el cariño de ellos y por ellos.
Es increíble ver lo que hace un poco de cariño. En un mundo lleno de odio, el cariño de unos pocos fue decisivo a la hora de evangelizar a las almas perdidas, porque ilumina, inspira, sugestiona. Y no olvidemos el cariño que Dios tiene por este mundo, uno que por muchos no es correspondido; pero eso no lo detuvo a la hora de enviar a su hijo a morir por la humanidad. Y su hijo no se detuvo para cumplir su cometido, aun cuando sabia que sería azotado, golpeado, insultado, escupido, crucificado. Mostró su amor para con nosotros y “que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8)
Cuando los fieles comprenden las nobles intenciones de los evangelizadores, que es llevar a la gente al conocimiento del amor de Dios, lo demuestran con cariño. ¿Se lo demostramos a los nuestros? ¿Lo sabe tu Pastor, tu líder, tu maestro, tu hermano en Cristo? Tal vez un poco de tu cariño hacia tus líderes, hacia tu hermano, ayude a marcar la diferencia. Un poquito más de cariño y tendremos Loncoche más bello.
Bendiciones

Pastor Marcelo Valdés