viernes, 11 de diciembre de 2009

¿Todos Somos Hijos de Dios?





Un candidato a la presidencia decía el otro día que “todos somos hijos de Dios” ¿Es cierto eso? Veamos que dicen las Escrituras.

En Juan 3:3 Jesús responde a Nicodemo que “el que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino de Dios”. Si ya nacimos una vez ¿Cómo podemos nacer de nuevo? Eso fue lo que le preguntó nuevamente Nicodemo; el Señor responde “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5). Dios establece dos cosas:

1- Que si naces “de agua”, necesitas nacer de Espíritu. La señal de nuestra llegada al mundo es cuando se “rompe la fuente” de la madre; eso es nacer del agua, o más específicamente, del liquido amniótico. Pero eso no nos hace hijos de Dios, solo criaturas de Él, recordemos que la creación fue hecha en santidad y Satanás la pervirtió, por tanto el pecado pasó a todos los hombres desde Adán, ya no a la imagen del creador, sino que a la imagen del primer hombre (Génesis 5:3, compare con lo que dice Génesis 5:1). Si Dios no puede ver el pecado, no nos tendrá en el cielo a menos que seamos limpio de toda maldad.

2- Para ser limpios de todo pecado, necesitamos nacer de nuevo ¿Qué es eso? “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” fue lo que le preguntó Nicodemo a Cristo. Este nacimiento no es físico, es Espiritual. “Dios es Espíritu, y los que le adoran, en espíritu y verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24). ¿Cómo se produce un Nacimiento Espiritual? Reconociendo de corazón dos cosas: Que somos pecadores y que solo en Cristo hay perdón de pecados. Es por eso que los cristianos no nos cansamos de decir que solo en Cristo hay salvación, porque “Él es el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6). Por tanto, queda establecido, que para venir a ser llamados Hijos de Dios hay que tener un acto de arrepentimiento de nuestros pecados, reconociendo a Cristo como nuestro único camino al perdón y la salvación. “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” (Romanos 10:9)

Es por eso que no todos los que dicen “creer” en el Señor son hijos de Dios. Los fariseos también creían en Dios, sin embargo Cristo les llamó “Hijos del Diablo”, porque los deseos de su padre querían hacer (Juan 8:44). Pero “Mas, a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio poder de ser hijos de Dios” (Juan 1:12). Solo serás llamado HIJO, si le recibes en tu corazón, creyendo solo en su nombre y en nadie más.

Me pregunto ¿Por qué se quiere identificar a “todos” como hijos de Dios? En el caso del candidato era claro: Para avalar el matrimonio homosexual y ganarse los votos de ese sector. Pero Dios es claro; “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6). Algunos quieren dejar que cierto sector viva en la carne.

Todos somos criaturas de Dios, pero no todos somos hijos de Dios; porque los hijos de Dios no andan según la carne. “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:16-17).


Pastor Marcelo Valdés