jueves, 4 de abril de 2013

A Propósito del Día de las Madres


“Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo” (Juan 19:26)

Cristo es un ejemplo a seguir en todo. Y lo demuestra hasta en sus últimos momentos que estuvo en la tierra. Porque después de ser golpeado, humillado, flagelado, crucificado, aún le quedaba aliento para preocuparse por el estado de su madre. Nuestro Señor Jesucristo, cumpliendo la norma de los primogénitos, velaba por su madre, ya que José, su padre adoptivo había fallecido. Pero antes de morir necesitaba resolver el futuro de su madre; fue en eso que la encargó al apóstol Juan, quien se haría cargo de ella desde ese momento. “He ahí tu hijo” le dice a su madre y “he ahí tu madre” le dice al apóstol. Algo que muchos han querido “universalizar” haciéndonos creer que fue el visto bueno de Dios para adorar a María como la madre de todos; pero el encargo era SINGULAR, no plural, y lo era porque sus hermanos no creían en él y recién le siguieron después de su muerte (Juan 7:5). Este suceso no es más que el ejemplo que quería dejarnos a todos, honrar a nuestros padres a toda costa; y el honró a su madre poniéndola a cargo del “discípulo amado”. 
Aprendemos la importancia que tenia para él su madre, y la que debería tener para nosotros la nuestra. ¿Cuántos hijos llegaron a saludar a las madres este nueve de mayo? Muchos llegaron a celebrar con un regalito bajo el brazo, una flor, una cajita de bombones; las ventas se disparan para esta fecha. Muchos la besaron, la abrazaron, la alabaron como la mejor de todas, en un día que se tiñe de ternura, de festejos y de sentimentalismo. ¿Pero, siempre es así? Hay que hacer la diferencia en lo que es un festejo y la honra: el festejo es una vez al año, la honra debe darse siempre, en cualquier circunstancia. 
¿Honramos a nuestras madres? ¿O tiene que llegar el día de su festejo para honrarla? Muchos lo hacen así y el resto del año solo le traen tristezas. Tragos, carretes, drogas, porfías, peleas, separaciones, son las cosas que muchos hijos le entregan a sus madres, olvidando la honra que debiéramos prodigarle a través de las alegrías que pocas veces le damos. Y llegando su día, llegamos con regalitos y sentimentalismos, a ponernos en la buena y demostrarle lo mucho que la queremos… somos capaces de golpear si alguien “nos saca la madre”, somos capaces de matar si insultaran a nuestras madres, pero muchos son incapaces de honrarlas de verdad, pues solo le traen disgusto tras disgusto, y lo intentan borrar con un regalito ese domingo anual llamado “día de la madre”.
Aprendamos de Cristo, quien no se olvidó de la suya estando en agonía, no fue una excusa, al contrario, lo tomó como una oportunidad. Festejémosla en su día, pero honrémosla todo el año. FELIZ DÍA MAMITA, y HONRA PARA SIEMPRE.

Pastor Marcelo Valdés