martes, 26 de agosto de 2008

¿Donde se encuentra un Lobo rapaz? (Novela)


(Esta es la introduccion a mi novela en construccion ¿que te parece?)


¿Dónde Se Encuentra Un Lobo Rapaz?

Por Marcelo Valdés.

Introducción

¿Dónde se encuentra un lobo rapaz? En las Iglesias de Dios. La pregunta es ¿cómo identificarlos? Esa es la cuestión. Cristo nos advierte en Mateo 7:15 y en el 16 nos previene: “por sus frutos los conoceréis”. Pero ¿por qué en las iglesias de Dios suelen habitar? Pablo nos da otra razón en Hechos 20:28-29 y es simple: están ahí para destruir el rebaño del Señor.
Por definición, los Lobos son animales salvajes perteneciente a los “cánidos”, muy emparentados con los Coyotes, Chacales y Zorros. Habitan en bosques y llanuras de Euro-Asia y Norteamérica; Son carnívoros, pero en ocasiones pueden ser carroñeros. Huyen de la presencia del Hombre... a no ser que tengan mucha hambre. Viven en manadas; Su aullido es característico y tétrico, pero es su forma de comunicarse con sus pares y sirve para delimitar su territorio.
Por norma, nos asustamos ante el Lobo y luchamos contra ellos pues compiten con nosotros en la degustación de las carnes. Su presa más fácil: las ovejas, ya que éstas son mansas y no presentan ninguna resistencia a la hora de ser atacadas.
Pero no son estos “cánidos” los que me preocupan, mas bien los otros “Lobos rapaces”, los que destruyen la obra de Dios.
Las historias espeluznantes de licántropos, que llenaron la mente de fantasistas en la edad media, no dejan de erizarnos los pelos. Fue una de las tantas razones en que la ignorante inquisición llevo a muchos a la hoguera, porque había “hombres lobos” desafiando a la Iglesia universal de Cristo, seres despreciables que debían pasar por el fuego purificador, para purgar sus faltas, su condición de Lobos pecadores. ¡Lobos juzgando a lobos!
La licantropía espiritual es la que me preocupa, porque estos seres, siendo hombres, son verdaderos lobos voraces. Están puestos para devastar y son aliados, aunque algunos no lo sepan, del mismísimo Belcebú.
Y ya me preguntaba ¿cómo reconocerlos? “Por sus frutos...” la Palabra (de Dios) nos revela esos frutos en Gálatas 5:19-21, en contraste con el fruto del Espíritu Santo de Dios. Los adulterios, las fornicaciones, la idolatría, las disensiones, celos, iras y contiendas, etc. Todas estas evidencias en sus vidas, son señales inequívocas de que se tiene a un lobo rapaz; Sus signos distintivos son la contraposición de las marcas de las ovejas del Señor: amor, paz, gozo, paciencia, bondad, benignidad, fe, mansedumbre, templanza.
Entendiendo así las cosas, creemos estar listos para desenmascarar a estos seres demoníacos... pero la gran verdad es que, por más que creamos estar preparados, son ellos los que dan el golpe sorpresa.
Un golpe que muchas veces es letal.

La contemplacion de un Santo (cuento)


La contemplación de un santo

En Tiempos de la colonia había un niño que quería ser santo; la razón era simple: su madre había partido de este mundo sin haber gozado del perdón de la iglesia, por no contar con el dinero para una indulgencia. No que no lo haya tenido, sino que prefirió gastarlo en el alimento necesario para su hijo. “Dios ve los corazones y no una firma en un documento” decía ella.
“¡Fue un juicio de Dios!” Dijo el párroco en el funeral “porque no ha de anteponerse la salvación del alma a un simple alimento carnal”. Y del mismo sacerdote salió la idea que adoptaría el niño, cuando dijo “lo único que puede sacarla de los tormentos del infierno es la intercesión de un santo”.
¡Entonces, él seria el santo que redimiría a su madre!
Su loable razón se convirtió en una esforzada acción, y así, bajo el consejo del párroco comenzó su tarea. “Tienes una gran variedad de santos de nuestra iglesia a los que puedes imitar” dijo su mentor “comienza estudiándolos a todos”. El dinero que la diócesis daba por el niño y su mantenimiento, eran razones suficiente para que el Párroco quedara con su custodia.
Y así creció el niño, estudiando a los personajes que se habían convertido en santos, casi todos después de muertos, por los benditos edictos papales, certificado esencial para ser reconocido como uno.
¡Él necesitaba ser reconocido!
Y creció y lucho por ser uno, para poder redimir a su madre, llenándose de buenas acciones y de una vida ejemplar. Eligio estudiar cuando otros querían jugar; eligió servir cuando otros solo querían ser servido. Llegó a ser admirado por todos, ya que auxilió y aconsejó a muchos desvalidos y necesitados. Alcanzó a formar una fortaleza para pobres y las autoridades comenzaron a reconocerlo como un gran devoto de Dios. Partió a los campos a seguir su obra. Incluso rechazó el amor de una linda campesina, porque en su corazón solo estaba la idea de interceder por su madre, y para eso, debía ser un santo, casto y puro. Su voluntad, aferrada a la memoria de su madre, era más fuerte que cualquier impulso carnal que lo pudiera dominar.
Hasta que lo abrazó la tuberculosis, ese dolor en sangre que apresuro su partida; ¡su hora había llegado!
En su lecho de muerte solo quiso tener un párroco, para poder recibir el santo sacramento de la extremaunción y poder llegar al cielo directamente, limpio de pecados y asegurarse de que sería recordado, bajo edicto papal, como un santo. Pero solo pudieron encontrar un viejo Reverendo Protestante, porque se decía, el párroco estaba ocupado en atender unos asuntos urgentes en la casa de remolienda del pueblo.
Cuando el viejo pastor preguntó por su nombre, grande fue la sorpresa de este, que reconoció de inmediato en el desahuciado hombre, al hijo de la mujer fallecida, y le hablo en tono de angustia:
- Hijo ¡Solicito tu perdón! - Y rompió en llanto
El acabado “santo” extendió su mano pues pensó que el viejo pastor quería confesarse antes de impartirle el sacramento. El viejo pastor, sin embargo, seguía rogando:
- Hijo, perdóname; no necesito tu intercesión, solo tu perdón.
- Pero ¿por qué buen hombre?- preguntó
- Hijo, hace años que tu madre falleció y desde ese día quedaste solo. Yo no alcancé a llegar y te perdí. Te perdí porque partí al norte en busca de trabajo para nuestro sostén, porque acá odian a los protestantes y no me daban trabajo; y dejé a tu madre sola, pero siempre le envié dinero para vuestros cuidados… no era mucho, pero alcanzaba para su sustento. La idea era hallar un lugar y poder llevármela, pero me di cuenta que nos odiaban en todos lados. Hasta que decidí volver y para mi tristeza supe que había fallecido y que tu habías desaparecido.
El rostro del desahuciado hombre no lograba asimilar lo que escuchaba. La fiebre alta podía hacerle delirar, pero igual preguntó:
- ¿Por qué me dices hijo y por que me dices estas cosas?
- ¡Porque yo soy tu padre!
El no lo podía creer. Creía que se moriría en ese mismo instante, pero resistió porque necesitaba el último sacramento para redimir a su madre. No importaba su padre en ese minuto, sino su madre que necesitaba de él para poder salir de la purga de sus pecados.
- ¡Solo impártame el sacramento, por favor!
- ¿Qué sacramento? Hijo mío, yo soy un pastor, yo solo administro la salvación que Cristo da.
El acabado hombre estiró su mano y agarro al pastor de la solapa, en una de sus pocas actitudes amenazantes que se le haya visto.
- Mi madre lo necesita… ¡necesito interceder por ella!
- ¡Pero si tu madre está en el cielo! Tanto ella como yo abrazamos la fe de Cristo en vida y eso no se puede cambiar… ella yace en los brazos del Señor y…
No alcanzó a decir mas porque como una tromba entró el párroco que venia del pueblo, enterado de que el viejo reverendo estaba por quitarle el trabajo y robarle su santo; en ese instante vio a su pupilo en la actitud intimidante con el viejo, así que lo mando a sacar sin contemplación. Luego, viendo el delicado estado de salud y su delirio sobre su madre y “un padre”, le impartió el santo sacramento. La conmoción y la emoción aceleraron su corazón y antes de cerrar sus ojos elevo una sonrisa al cielo, seguro de que su vida había sido bien invertida a favor de su madre, la que pronto saldría del purgatorio. Luego de esto, expiró.
En poco tiempo corrió la voz del deceso y muchos fueron a contemplar al que para ellos era un santo. Las autoridades se hicieron parte del dolor de la gente y le rindieron honores a su hombre. Famoso por sus actos filantrópicos, llevaron el clamor del pueblo al resto del país y solicitaron duelo nacional. Su fama se extendió por el continente y luego llegó al vaticano donde, sin pensarlo mucho, y con la idea de afianzar su poder en esas lejanas tierras, el Papa firmó el tan ansiado edicto. Desde ahora ese hombre seria reconocido como un santo.
Y este santo hombre, vagaba al encuentro de su madre para poder redimirla, sin encontrarla, pero decidido a hacerlo, pensando que detrás de la siguiente llama, la vería.
M.V.

Vivir y Morir por Nada


Vivir y morir por nada (relato)

Había una mujer que nació de una familia pobre y sufrió la escasez toda su niñez; creció bajo el látigo de su madre llena de resentimiento y de un padre borracho que abuzó no solo de su virtud, también de su voluntad. Nunca deslumbró por su belleza, al contrario, era el escarnio de sus compañeros de colegio, lo que provocó en ella el aislamiento y un hermetismo que casi nadie podía romper. Pero en su juventud conoció el amor de un joven que le enseño a vivir mejor la vida, una vida de excesos que disfruto hasta darse cuenta de su embarazo y recibir los golpes de sus padres que la terminan echando de la casa. Peor aún, del padre de la criatura no hubo luces, desapareció como las pocas cosas buenas en su vida. Tuvo que vivir en una hacienda donde criaban Jabalíes y tuvo al hijo en la rancha, casi asistida por los marranos. Luego conoció a otro hombre por el que nunca sintió amor alguno, pero este le dio un techo y abrigo, razón suficiente para aceptarlo. Que importaba que el individuo se emborrachara, que la golpeara o abusara de ella, mas importante era el sustento que el llevaba y alimentar así a sus hijos, porque le habían nacido tres mas, casi en las mismas circunstancias que el primero. Un día un hijo le pregunto si era feliz y solo respondió: “tengo techo, abrigo y a ustedes ¿Qué más podría pedir?” Derechamente no conocía la felicidad, pero ¿Qué importa? Había logrado sobrevivir y tal vez ese era un buen motivo. Envejeció viendo a sus hijos perderse en el alcohol y criando a sus nietos que también seguirían el claro ejemplo de sus padres. Por ahí conoció a su vecina con la que charlaba solo en ocasiones, no por su mala voluntad, pues siempre estaba bien dispuesta, sino por lo rara que era, pues hablaba distinto, no se servia tragos como ella y asistía a la iglesia protestante del lugar. De hecho un día la vecina le invito a asistir (después de una larga charla sobre la importancia de acercarse a Jesucristo y reconocerlo en su corazón), pero ella, fiel a San Sebastián, no quiso traicionar los votos que le había ofrecido. Había cosas mas importantes que juntarse con una canuta, pensaba ella. Ya viuda y sin pensión, fue a buscar leña para calentar al único nieto que quedaba con ella, no porque fuera fiel a su abuela, sino porque el síndrome de Dawn nunca le dejo partir. En esos menesteres estaba cuando la pilló el viento cordillerano y le robó el equilibrio, cayendo por un barranco de gran altura, sin la capacidad de salir, pues no volvió a sentir las piernas, quedando a expensas del frío y la nieve que la cubrieron, como un mantel blanco. Solo logró pensar “Vaya forma de morir, jamás me vestí de blanco y me envuelven en sabanas; por fin descansare”; dejó escapar una sonrisa y partió de este mundo esperando el relajo de su alma. Esta es una triste historia de la vida, pero se tornará mas triste aún cuando esta mujer despierte para darse cuenta que su real sufrimiento comienza cuando muchos creen que reposarán, porque muchos viven y mueren por nada.
M.V.


Vivir y morir por nada

(Sermon)
(Mateo 4:4)



Satanás, el tentador quería que Cristo comiese. Y en lugar de saciar su hambre, el Señor cita las escrituras en el momento mas apropiado (Deuteronomio 8:3).

Es necesario que aprendamos 3 cosas de Cristo:

1- La vida tiene propósitos más elevados que el mero hecho de existir.
a- Los hombres de hoy viven para sí y sus deseos son contrarios a los de Dios (Juan 8:44) (Judas 1:17-18)
b- Hacen grandes sus deseos y los llenan de propósitos y viven y mueren por ellos, pero solo le dan a su propia carne, al mundo y al Diablo. (1Pedro 2:11, 16-17)
c- Los propósitos de los hombres, sin gustar el bien de Dios, es nada. (Eclesiastés 6:1-2, 3-6)

2- El morir no es el final del ser
a- Pero muchos creen que la vida es una sola y tratan de “vivirla” (y ojala nunca perderla), de acuerdo a los dictámenes de los hombres. (Mateo 16:25-26)
b- Tener el propósito de vivir “de toda palabra que sale de la boca de Dios” es con una finalidad eternal. (Lucas 10:25-28)

3- Vivir y morir por Cristo, que para el mundo es nada, lo es todo.
a- “No solo de pan vivirá el hombre”, el buen pan es Cristo (Lucas 6:51)
b- vivir por Cristo y morir por Cristo nos asegura la vida (Juan 11:25-26)
c- Un verdadero Cristiano jamás vive para sí, porque del Señor somos (Romanos 14:7-8)

Pastor Marcelo Valdés
IBB del sur, Loncoche