jueves, 12 de noviembre de 2009

Avivamiento


Mirando al cielo 46


“¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2:3)
Hablemos de avivamiento.Existe un elemento natural en el hombre que es degradante, que lo corrompe, lo hace despreciable y que lo rebaja a niveles casi animalescos; ese elemento se llama pecado. Este principio natural hace que el hombre no busque el antídoto para tan despreciable enfermedad; ese antídoto se llama Salvación. Es el pecado el culpable del rechazo a tan maravilloso remedio, el responsable de apartarlo del único medicamento capaz de curarlo, que aún teniéndolo ante sus propias narices, olfateando su perfume de regocijo y paz, no lo bebe.
Nosotros, los cristianos, habiendo tomado el remedio de la Salvación, hemos pasado de muerte a vida y sabemos que esa salvación está en Cristo y estamos seguros en su salvación, porque no hay manera, siendo sellados por su mismo Espíritu, de que nos abandone. Sin embargo ese principio natural que viene actuando en nosotros desde antes, el pecado, animará a nuestros miembros a descuidar tan precioso regalo, y por ende inutilizar el precioso antídoto llamado salvación, para que este no se propague a otros.
¡Esta acción es contraria al avivamiento!
Existe otra ley natural; es el principio de la Biogénesis que postula que “La vida solo proviene de la vida” y que se opone a la generación espontanea. Esto concuerda plenamente con la Palabra de Dios “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:12) (Juan 10:10).
Por tanto la vida plena solo está en Cristo y jamás habrá avivamiento en el mundo sino está Cristo mismo trabajando en los corazones de sus hijos, los que han probado el antídoto de la Salvación para que propaguen el mensaje que da vida a toda criatura.
¡Esto es avivamiento puro!
Por tanto:
1- En el mundo no habrá avivamiento, porque ellos no tienen vida y no pueden producir algo de lo que carecen. No encontraras vida ahí, no existe vida ahí, porque no se ha nacido de nuevo.
2- El avivamiento solo se produce en los que tienen vida, porque han creído en el dador de vida. Y nosotros somos los responsables de ser luz en las tinieblas, ser agua en el desierto, sal en la tierra, verdaderos vivos en lugares de muerte.
3- Por tanto, solo “avivando ese fuego que hay en ti”, ese haz de luz que ilumina tu interior, el Espíritu Santo que abraza tu corazón, producirás verdadero avivamiento; primero en ti, para ser llevado por Dios a los lugares donde se carece de tal vitalidad, donde reina la muerte, para ganar luego a otros de estos funestos territorios y llevarlos a la esfera de la vida que es Cristo y para que estos ganen a otros, ya sean de los mismos terrenos u otros que Dios tenga preparado para ellos.


Pastor Marcelo Valdés Ortega

miércoles, 4 de noviembre de 2009

¿Quien es Cristo? ¿Estas preparado para presentar defensa?


Mirando al cielo 45
“El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” (Mateo 16:15)
¿Existe Dios? ¿Existió Jesucristo? Y si existió ¿Era la verdadera persona que decía ser? ¿Era Dios? ¿O fue profeta, revolucionario, mentiroso o loco? Muchos responden a estas preguntas definiéndose bajo conocimientos preconcebidos. Cuando la vida nos a guiado por definidos senderos en cuanto a creencias, desde pequeños adoptamos esa “fe” y la hacemos parte de nosotros, anotándolas en la lista de dogmas que no necesitan cuestionarse. Por tanto, si yo fuese enseñado desde pequeño en la “fe” Musulmana diría: "si, Jesucristo existió, pero solo es un profeta, no Dios"; al contrario, si hubiese sido criado en la “fe” budista o conceptos metafísicos orientales diría: "Jesucristo fue un hombre excepcional que llegó a la plenitud de su evolución, su Nirvana"; si hubiese sido la “fe” en mí, en el “yo” como el supremo guiador de mis ideas y fe, diría: "Solo fue un hombre, revolucionario tal vez, pero solo un hombre; también yo podría serlo con esfuerzo"...
Muchos respondemos a estas preguntas, cuando nos la hacen, o cuando nos la hacemos, de acuerdo a conocimientos ya adquiridos. Depende de que nos digan, que escuchamos, miramos o leemos. Por ejemplo, si en ese momento hubiésemos sido impactados con el libro “Caballo de Troya”, tal vez diríamos que Cristo fue un extraterrestre de una civilización avanzada; si hubiésemos estado influenciados por textos de Isaac Asimov es muy probable que dijésemos que Cristo es un mito creado por el hombre para responder fácilmente a preguntas difíciles; si Lobsang Rampa fuese nuestro gurú entonces creeríamos que fue un ser reencarnado. Si creyéramos a ciegas en Dan Brown y su “Código Da Vinci”, entonces creeríamos que el Santo Grial es el descendiente de Cristo que tuvo con María Magdalena, y partiríamos a buscarlo. Muchas de las respuestas son basadas en conocimientos preconcebidos y muchas veces no es la investigación seria la que define nuestra creencia. Simplemente creemos lo que creemos y no lo cuestionamos.
También esto es para nosotros los cristianos ¿Cómo respondemos a estas preguntas? Es obvio que las respuestas del pueblo de Dios son acorde a lo que el Dios de la Biblia nos enseña respecto de Él y de la persona de Cristo, pero ¿Lo creemos porque “si” no mas? ¿Por qué fue lo que Papá y Mamá nos enseñó? ¿Cómo defenderíamos esta “fe”? ¿Cómo nos responderíamos o como responderíamos al resto? “estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15) ¿Estamos preparados o solo creemos por que es mas cómodo no cuestionar?
¿Es nuestra fe razonable? Si; no es la idea loca de un loco que un día se quiso erigir como Dios. No es la idea de un mentiroso que quiso sacar provecho de la gente y morir en la cruz por ello. No es la idea de un profeta, porque nunca afirmó ser uno; Él afirmo ser Dios, y lo demostró con su testimonio, sus milagros, su resurrección, sus enseñanzas y su legado: la iglesia. Lo demuestra la historia, la ciencia y la multitud de gente que, usando de esta fe razonable, ha cambiado sus vidas para bien de ellos mismos y de la humanidad.
¿Qué quien digo que es Cristo? Yo digo que Él es Dios y solo en su persona hay salvación y verdadera conversión. Y no estoy loco, ni soy un fanático religioso. Soy un verdadero creyente que ama al Salvador.
Pastor Marcelo Valdés