martes, 21 de julio de 2009

Un dios demasiado personal no es el Dios de la Biblia



Mirando al cielo 31

Dios me salvó solo a mí, cuando yo le acepté como Señor de mi vida, y a nadie más, porque la salvación es personal. No involucra a ninguna otra persona que no sea mi conciencia y Dios. Y todo aquel que quiera ser salvado por la gracia de Cristo, debe tomar una decisión personal. Por eso, si yo decido ser “seguidor” de Dios, si me creo “su hijo”, si decido ser un “discípulo” real, entonces tendría que intentar vivir de acuerdo a lo establecido por Él, de lo contrario los calificativos anteriores no tendrían asidero en mí y vendría a ser solo un simpatizante y nada más.
Hoy se está cayendo en el error de sentirse “seguidor”, “Hijo”, “Discípulo” siendo un simple simpatizante, por la sencilla razón de que muchos quieren a ese Dios personal para “acomodarlo” a su persona. El Dios personal es reconfigurado y adaptado a la persona, por lo que no son transformados, porque el verdadero hijo se adapta a la persona de Dios. Estos simpatizan con el concepto “Dios” pero no simpatizan con gran parte de sus ordenanzas, buscando excusas legales para dejar sin efecto lo que su Palabra declara o simplemente las ignoran; “Dios es mi amigo y consejero, pero yo manejo mi vida” dicen algunos. Otros dicen que Dios es solo parte de sus vidas, no la vida misma. Bíblicamente eso es incorrecto, porque cuando Dios es el salvador de nuestras vidas el debe ser el que las gobierne.
Cuando las instituciones establecidas por Dios se pisotean, como la iglesia o el matrimonio, no respetándolas y menos creyendo en ellas, pero se quiere a Dios que nos proteja espiritualmente o proteja a nuestros hijos, estamos en presencia de simples simpatizantes y no verdaderos seguidores de Dios. Estos son los que hacen del único Dios diversos dioses, según la conveniencia de cada uno, creando dioses super-personales, que no vienen a ser más que una caricatura del verdadero Dios de los cielos. Usan textos bíblicos pero no creen en la totalidad de las Sagradas Escrituras, van a las iglesias pero no se someten a ella y a sus ordenanzas, creen en la familia pero no en el matrimonio, creen en los hijos pero apoyan el aborto, no son promiscuos pero tienen relaciones pre-matrimoniales con su novia, tienen bien definida su sexualidad masculina o femenina pero creen y apoyan un tercer sexo; usan poleras cristianas, escuchan música cristiana, ven programas cristianos pero no son mas que simpatizantes; porque cualquiera que diga que es un hijo de Dios ¡debe andar como Cristo anduvo! (1Juan 2:6)
La pregunta para nosotros es ¿Qué somos? ¿Simples simpatizantes o verdaderos hijos del salvador de nuestras vidas?
Si somos hijos nos regocijaremos en la obra redentora de Cristo y nos deleitaremos en su Palabra porque “Bienaventurado el hombre que teme a Jehová y en sus mandamientos se deleita en gran manera” (Salmos 112:1)

Marcelo Valdés
marcelo_valdes_@hotmail.com

Para llegar al cielo no hay que obrar nada, solo recibir.


Mirando al cielo 30
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”
Romanos 3:23-24

¿Sabia usted que para llegar al cielo no podemos hacer nada? No hay nada ni nadie que nos permita la entrada al cielo y para estar con Dios solo se necesita su misericordia y su Gracia. Nosotros los hombres estamos impedidos de la vida eterna por causa del pecado que habita en nosotros y Dios no puede ver el pecado, por eso estamos “destituidos de su gloria”.
Pero definamos “pecado”: es lo que Dios no haría, diría o vería. Dios no “ve” el pecado, no “dice” y no “hace” pecado; porque él es santo, tres veces santo. Su creación fue perfecta, pero por causa de la desobediencia, entró el pecado en un hombre llamado Adán, y por ende, el pecado pasó a todos los hombres. Es por eso que usted y yo somos pecadores porque muchas veces hemos “hecho”, “dicho” y “visto” lo que Dios no se hubiese permitido, por causa de su santidad ¿no es cierto? Todos hemos pecado, y ya sea la mas insignificante de las transgresiones que hubiésemos cometido, Dios no toleraría tal pecado. Tampoco se trata de ser menos “malos” a los ojos de la sociedad, sino de ser santos a los ojos de Dios ¿y quien lo es? Nadie en esta tierra, solo Dios.
Entonces, si estamos destituidos de su gloria y si todos somos pecadores ¿Cómo llegar al cielo? Como ya dije, por la misericordia de Dios. Y a eso se le llama “Gracia”, un don, un regalo, algo “no merecido”: “justificados gratuitamente por su gracia”.
¿Recuerda usted a la adultera? Todos la querían apedrear, pero Cristo dijo “el que esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Juan 8:7). ¿Quién la lanzó? Nadie, pues todos eran pecadores. La ley (que es perfecta) decía que debía ser apedreada, y todos se sentían con el derecho de hacer cumplir la ley. Sin embargo el único que podía lanzarla, el que estaba libre de pecado, Jesucristo, no lo hizo y le dijo: “¿Ninguno te condenó?... Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Eso es Gracia, eso es misericordia, eso es un regalo inmerecido.
Si usted tiene todo el deseo de ir al cielo después de su muerte, sepa que no debe hacer nada, solo aceptar el regalo de salvación ¿sabe cual es? Reconocer al salvador, Jesucristo, aceptarle como el único mediador entre Dios y los hombres, ya que ese es el único camino al cielo. Y si usted le aceptó como su salvador, no le añada nada a la “Gracia” de Dios, pues su obra es completa.
La Gracia de Dios es un regalo del Misericordioso y hacemos muy bien en vivir bajo la gracia salvadora y liberadora de Cristo, “porque por gracia somos salvos, por medio de la fe… no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9). No hay obra que podamos hacer para vivir con Dios, porque él ya obró perfectamente extendiéndonos su gracia salvadora. Ahora solo nos toca vivir bajo esa gracia, confiando en Cristo, y no le añadamos nada a esa salvación; no agreguemos días especiales para guardar, porque todos los días son de Dios; no nos abstengamos de ciertas comidas, porque todo se santifica en Dios; no impongamos vestiduras exclusivas, sino ataviemos el corazón; no seamos legalistas, porque la ley fue clavada en la cruz del calvario. Vive la gracia liberadora de Cristo y vivirás lleno de gozo.

Pastor Marcelo Valdés
Marcelo_valdes_@hotmail.com

martes, 7 de julio de 2009

Obedecer es estar a la cabeza y ser feliz


Mirando al cielo 29
“Te pondrá Jehová por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas”
Deuteronomio 28:13


Estar a la cabeza es estar a la vanguardia de cualquier cosa. Y eso es lo que la palabra de Dios nos promete; ser parte del puesto de avanzada, primero en posición, adelantado a los demás, es lo que nos espera si obedecemos sus mandamientos. Ya sea artístico, intelectualmente, política o ideológicamente, en la escuela, en el trabajo, en el vecindario, en el deporte, con los amigos o los enemigos, en nuestra ciudad, donde andemos, Dios nos pondrá por cabeza y no por cola. No se trata de ser mas ricos o ser de clase más alta como muchos enseñan por ahí (aunque es una posibilidad, si el Señor así lo estima), pues se puede estar a la cabeza siendo humilde, en un trabajo común, en el ejercicio de algún oficio y en todo lo mencionado anteriormente; Cristo fue grande siendo humilde. Seremos exitosos, pero no como el mundo lo ve, sino como Dios lo quiere. Estar a la cabeza es parte de la felicidad.
¿Pero como seremos felices estando a la cabeza? como Cristo dice en el sermón del monte, siendo “Bienaventurados” (Mateo 5:1-12). Y como dice la Escritura al comienzo, si estamos dispuestos a obedecer la Palabra de Dios, seremos bienaventurados, felices. Partiremos reconociendo que somos “pobres en espíritu” y eso nos pondrá a la cabeza “porque de ellos es el reino de los cielos”. Reconocer que no somos nada sin Dios y que lo tenemos todo con Él nos pondrá a la vanguardia, y no como muchos que poseen y creen que no tienen necesidad de nada, pero que no son mas que unos “desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos” (Apocalipsis 3:17).
“Bienaventurados los que lloramos”: nos ayudará a estar a la cabeza, pues la tristeza que produce el pecado nos hace arrepentirnos de lo malo y acercarnos al único que puede perdonar pecados, Cristo. “Bienaventurado los mansos”, porque solo los mansos se someten a Dios. “Bienaventurado los que tienen hambre y sed de justicia” nos hará ver las injusticias en los demás ¿Qué mas grandeza que esa? “Bienaventurados los misericordiosos” nos hará mirar con compasión a los demás. “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” ¿Ver a Dios no es un privilegio? Un privilegio que solo está reservado para los que están a la cabeza, los que obedecen. “Bienaventurados los pacificadores”; si logramos, como el gran Martin Luther King, estar a la cabeza de las grandes causas pacíficamente y con Cristo, seremos llamados hijos de Dios, un puesto de honor, porque solo los hijos de Dios buscan la paz que solo Dios sabe dar. “Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia”; mientras muchos son perseguidos por sus fechorías, ya es vanguardista ser perseguidos por justos, como Cristo, que sin tener pecado, fue condenado. “Bienaventurados los que son vituperados por mi causa” (Criticados, reprendidos, censurados); cuando se nos critica por querer obedecer a Dios no significa que estemos “dentro del closet”, que seamos anticuados, que no comprendamos la sociedad actual, que no miremos hacia adelante, pues los que estamos por cabeza miramos hacia el cielo, somos conservadores porque Dios nos manda a conservar su Palabra, y los que están “arriba” y no “abajo” no son los que tienen que explicarle al mundo sus conductas ¡es el mundo el que tiene que explicarle sus bajas conductas a Dios!.. Pues es el mundo el que está por cola. Y créame, esa cola será larga cuando grandes y pequeños estén cara a cara con Dios explicando porque te pusiste por cola desobedeciendo, y no por cabeza, obedeciendo.

Pastor Marcelo Valdés
Marcelo_valdes_@hotmail.com