La Iglesia como Comunidad Cristiana
Introducción
“Todos
los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas;
y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos
según la necesidad de cada uno. Y perseverando
unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos
con alegría y sencillez de corazón, alabando a
Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la
iglesia los que habían de ser salvos” (Hechos 2:44-47)
Estamos en una época postmodernista. De la
modernidad a la postmodernidad hemos cambiado bastante. En la era moderna
primaron la razón humanista por sobre la teológica. Nacen movimientos ultra-racionales
como el comunismo y el fascismo, ambos lejos de la lógica bíblica. Nacieron dos
guerras mundiales y revoluciones donde millones y millones de seres perdieron
sus vidas (¡A eso yo no le llamaría “razonamiento”!). El término de la guerra
fría, la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética dan
paso a una era postmoderna. Esta se caracteriza por el aumento y asentamiento
del capitalismo, el aumento de las nuevas tecnologías y la apatía por el
“razonamiento objetivo” pasando a un “razonamiento subjetivo”. Hoy todo depende
de quien y como se mire. Ya no hay valores absolutos. Nacen movimientos
culturales diversos, pensamientos humanistas y religiosos distintos y la
búsqueda de la verdad absoluta queda confinada al prisma personal o grupal.
Nacen las “tribus” urbanas, y porque no, las “tribus religiosas”. Una
multiplicidad de pensamientos... Y es ahí donde debe brillar la iglesia, un brillo que a veces es opacado entre tanta diversidad.
Cada persona busca su grupo donde ser entendido
y en donde pueda desarrollar su pensamiento. La generación de los 90, llamada
la generación X por su nula identidad colectiva, ya no se apegaba como sus
antecesores, a sistemas políticos u idealistas ni religiosos. Ahora
no vale lo que el colectivo mayoritario piense, ahora vale lo que UNO PIENSA.
Y este individualismo, en su necesidad natural de comunión, busca otros individuos
de similar pensamiento, creando grupos tribales que no representan una mayoría,
pero que hacen de la totalidad una mayoría diversa, pero homogénea. Estamos en
una sociedad multi-cultural, multi-politica, multi-religiosa, multi-idealista
pero que tiene un denominador común: el deseo por un sincretismo social. Esta sociedad anhela, en su pluralidad,
armonizar ideales diversos que les permita vivir en paz, pero que mantenga la
individualidad de cada uno, de cada sector o tribu. ¡Anhela la legítima paz, pero no
anhela la legítima verdad!
(Contrariamente a lo que piensan muchos, es
justamente este pensamiento en “diversidad” el que permitirá el establecimiento
de un orden global que garantice esa “paz” y esa “individualidad”, en pos de un
gobierno mundial,.. otro mal profético).
La iglesia de Cristo no es más, hoy en día, que
otra facción dentro de múltiples facciones. Y la iglesia misma de Cristo, es
una diversidad dentro de las diversidades. El denominacionalismo y las diversas
convicciones, aun dentro de una misma denominación, hacen ver una iglesia
dividida, tribal y hasta sectaria (y a veces sin serlo). Esto hace que
cristianos de “aquí” y “allá” se mastiquen, pero no se traguen; se saluden pero
no se crean. Esto hace ver más débil la Iglesia de Cristo.
En un mundo “tribal”, la gente que llega por el
poder de Dios a la iglesia, de una u otra manera llega con sus virtudes y
defectos. La iglesia del día de hoy, se ve enfrentada a una diversidad de
ideales, pensamientos y costumbres
diversas, tan solo ganando un alma. Así esta el mundo, así llegan.
Llevarle todo el consejo de Dios y moldearlos a través de las Escrituras, es un
gran trabajo por hacer. Pero es tanta la variedad y los distintos niveles de
crecimiento espiritual de cada individuo, que es inevitable que cada uno no
alce su voz, al mismo tiempo que otro.
El problema radica en que no se ha sabido vivir
en comunidad, porque “yo creo esto” “yo creo esto otro”; “a mi me gusta esto” y
“a mi esto otro”; “yo no concuerdo bíblicamente contigo”, “Tu no estas
bíblicamente correcto”; o simplemente “tus convicciones no son mis
convicciones” y “me acercaré solo a aquellos que estrictamente tengan mis
convicciones”. Hay un conjunto de “dueños de la verdad” que terminan
dividiendo, y como dijera Charles Swindoll, se convierten algunos en “asesinos
de la gracia”, donde todos salen peleados, heridos y masacrados, pero pocos
salen edificados. Los nuevos creyentes, llegando a la comunidad para tener a
Cristo en “común”, ven división y, si no mueren en la trifulca, se convierten
en férreos pendencieros “espirituales” de una u otra visión.
Extendiendo este problema de la iglesia del día
de hoy, es que siendo santa, se compone de gente no tan santas. Somos santos en
lo posicional (Le pertenecemos a Cristo) pero no en lo natural, la carne. Sin
embargo hay quienes a toda costa (y a cualquier costo), quieren entregar e
imponer valores que nos hagan ver como santos, sin dejar que la cabeza de esa
comunidad, Cristo, sea quien les lleve a tal santidad. Algunos olvidan que Cristo
salva, el Espíritu Santo regenera, su Palabra edifica. Los creyentes en
Cristo, el verdadero creyente, tarde o temprano será reformado y mostrará
frutos, por el poder que solo le pertenece a Cristo. Porque la imposición de la
santidad solo está reservada a quien la puede realizar, Jesucristo, y no a los
hombres, porque cuando imponemos, corremos el riesgo de poner en la gente
cargas que Dios no ha puesto.
Mientras él quiere que muchos descansen (Mateo
11:28), los hombres tendemos a cansar al semejante.
Así y todo, la iglesia sigue adelante. Pasando por
momentos fructíferos y por valles de sombra y de muerte, la iglesia sigue
siendo la novia del cordero, la futura esposa de Cristo:
“Y el ángel me dijo:
Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios”
(Apocalipsis 19:9)
Cristo sigue siendo la cabeza de la iglesia:
“…así como Cristo es
cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador” (Efesios 5:23)
Entonces, todavía hay una comunidad
salvaguardada por el salvador, si bien presenta luchas humanas de acuerdo a los
tiempos que los hombres viven: hoy luchando contra el individualismo y el
excesivo ego, ayer luchando contra el racionalismo humanista que excluía a
Dios, antaño luchando contra leyes inquisidoras e imposiciones humanas por
sobre las verdades de Dios, la iglesia siempre ha permanecido.
Pintado el panorama, es valida la pregunta ¿Cómo
debemos vivir entonces los cristianos dentro de esta sociedad
multi-secularizada?
La respuesta es simple, pero no sencilla: Como una COMUNIDAD CRISTIANA
¿Qué es una “comunidad cristiana”?
Dietrich Bonhoeffer lo resume de la siguiente
manera: “Comunidad cristiana significa comunión en Jesucristo y por Jesucristo.
Ninguna comunidad cristiana podría ser más o menos que eso… Si podemos ser
hermanos es únicamente por Jesucristo y en Jesucristo”.
1- Comunidad
cristiana es donde se une a Cristo por la SALVACIÓN QUE ÉL DA.
2-
Comunidad
cristiana es donde un creyente se une a otro POR JESUCRISTO.
3-
Comunidad
cristiana es donde esos creyentes viven solo POR JESUCRISTO.
4-
Comunidad
cristiana es donde los creyentes se someten a las PALABRAS DE JESUCRISTO.
5-
Comunidad
cristiana es donde los problemas entre creyentes se resuelven EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO.
6-
Comunidad
cristiana es donde la esperanza del porvenir es esperar A JESUCRISTO.
Todo esto tal vez es fácil decirlo, pero
difícil vivirlo. Pero Cristo es el único “pegamento” que puede sostener una
comunidad en una sociedad diversa. Quizás desconocer a ese único factor
unificador, aun perteneciendo a una comunidad cristiana, no te haga uno, porque
sin Cristo no hay tal comunión. Él salva, él edifica, él regenera, él sostiene,
él viene, ¿Por quienes? Por aquellos que tienen comunión con él y su semejante, tal
cual él enseñó:
“Maestro, ¿cuál es el
gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con
toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el
primero y grande mandamiento. Y el segundo es
semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:36-39)
Hoy, dentro de un
indescifrable mundo, aun hay una comunidad que ha permanecido a los tiempos y
los hombres, porque la puertas del hades no han prevalecido sobre ella (Mateo
16:18), un lugar donde todavía se puede vivir en comunidad real y verdadera.
Luego veremos
consejos para vivir en comunidad y los comentaremos. Desde ya te animo a leer “Vida
en comunidad” de Dietrich Bonhoeffer, de donde se basa este estudio. Mas, son
las Escrituras las que derechamente nos mandan a vivir en comunidad.
“¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar
los hermanos juntos en armonía!” (Salmos 133:1)
Pastor Marcelo Valdés
Texto segunda parte:
Link de descarga del libro "Vida en Comunidad" de Dietrich Bonhoeffer