sábado, 15 de noviembre de 2008

Mirando al Cielo (Del Diario "Loncoche al Dia")




Mirando al cielo 4

Cuando vamos a la ciudad, ya sea Temuco o Santiago, siempre nos quejamos del vértigo de los citadinos y nos enorgullecemos de la tranquilidad y sosiego que podemos respirar en nuestro querido Loncoche. Somos personas mas acostumbradas a una vida que corre al ritmo de la naturaleza que a la velocidad de las calles de la metrópolis. Nos levantamos más temprano pero nos acostamos mas temprano; no gustamos mucho de la bohemia y en las calles es característico ver poco movimiento en las noches. Así somos y a muchos nos gusta así. A algunos tanta tranquilidad les desespera, pero a la mayoría nos agrada. Y así pasan los días, de tranquilidad en tranquilidad, sosiego al sosiego y muchos podríamos vivir y morir en un letargo que podría ser mortal.
Soy un amante de la calma y el sosiego, me gusta ir al ritmo de la naturaleza, pero, como hijo de Dios, he aprendido que se debe vivir y morir con un propósito y todo propósito nos demanda esfuerzo y sacrificio. Eso significa que la comodidad y calma que pueda darnos nuestra ciudad no debe ser “el todo del Hombre”, si no los propósitos a los que estamos llamados. Muchas veces veo mujeres que viven solo para tener la leña de invierno y el alimento diario; muchos hombres tienen en sus mentes el trabajo y nada más; muchos escolares piensan que solo eso es lo que son, simples estudiantes; y viven y mueren por eso ¡Que aflicción de espíritu! Como dice Eclesiastés 1:3 “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?” Querido amigo, ¡la vida tiene propósitos más elevados que el mero hecho de existir! El sabio Salomón termina su profundo discurso con un pensamiento profundo: “Teme a Dios y guarda sus mandamientos, porque esto es el todo del hombre”. Esta muy bien ser buena dueña de casa, buen trabajador o buen estudiante, pero eso es nada si no hay propósitos sublimes en nuestras vidas ¡y que propósito mas sublime que vivir bajo los designios de Dios!
Por tanto, para los hijos de Dios, que la tranquilidad no se convierta en comodidad, pues estamos para servir y eso demanda esfuerzo. Porque somos llamados a ayudar al prójimo y eso demanda esfuerzo; somos llamados a promover la tranquilidad sin hipotecar el sacrificio y el esfuerzo necesario para lograrlos. “Temer a Dios” también demanda esfuerzo, porque no se puede ser cómodo para adorarle y amarle. Y así lograremos, poco a poco y abnegadamente, que muchos, bajo el cielo de Loncoche, viva y muera por algo real, sin afectar nuestra tranquilidad; porque Dios trae la verdadera paz.

Pastor Marcelo Valdés
Iglesia Bíblica Bautista del Sur, Loncoche.

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