martes, 18 de noviembre de 2008

Mirando al cielo (5)




Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo (Efesios 4:26-27)

Ha sido una semana especial. Porque nadie ha podido quedar ajeno a las distintas manifestaciones que suceden en Loncoche; Los empleados municipales, los de salud y el colegio Alborada se están manifestando de acuerdo a lo que ellos estiman son sus derechos. Pero ¿Será bueno manifestarse? Es un derecho, siempre que se haga con responsabilidad. Tal vez de ello salgan cosas buenas, quizá no se logre nada, pero es siempre bueno manifestar el descontento, para que las autoridades sepa que les aqueja. Estamos en un mundo imperfecto y es imposible mejorarlo si no damos a conocer esas imperfecciones.
Pero es sabido que muchas manifestaciones terminan violentamente, revelando su enojo y su descontento social más allá del problema. Algunos protestantes, u otros que se cuelan, lo hacen por resentimiento más que por la molestia en si, muchas veces empeorando la situación y endureciendo las partes. Solo recordemos la “revolución de los Pingüinos” en Santiago y como vimos volar semáforos que no le hacen mal a nadie; kioscos, que no tenían nada que ver en la brega, fueron destruidos. Cristales, paraderos, bancos, cajeros y hasta muebles (que se llevaron “algunas”), fueron blanco de la ira de muchos manifestantes. Además se entró en las descalificaciones y las palabras de grueso calibre, en las agresiones y “Jarrazos de agua” a autoridades públicas.
El enojo es humano y también está permitido por Dios; lo que no permite a sus hijos es que pequemos bajo nuestro enojo. Pagar mal por mal no es la solución pues Dios dice que “pagará al hombre según su obra” (Job 34:11) y si obramos mal ¿Qué conseguiremos? ¡Más mal!
En la historia hay grandes pacificadores, que mostraron su descontento, pero que no dieron “lugar al diablo” para combatir por sus derechos; como Martin Luther King, quien luchara contra la desigualdad racial en E.E.U.U; Gandy, en la india, quien luchara contra la opresión británica; y el mas grande de todos, Jesucristo, quien luchó por el amor a Dios y al prójimo, golpeando directamente al corazón.
Siendo legítimo el manifestarse, para los hijos de Dios existe una que es útil y poderosa y la podemos hacer juntos o en soledad ¡La oración! Porque cuando “claman los justos, Jehová oye, y los libra de todas las angustias” (Salmos 34:17).
Que el clamor sea grande a Dios en Loncoche, porque eso quiere decir que nos volvemos a él, y es él la más alta autoridad, y nos socorrerá de la mejor forma.

Pastor Marcelo Valdés, Iglesia Bíblica Bautista del Sur.

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