miércoles, 25 de marzo de 2009

Las malas palabras que Dios no aprueba.


Mirando al cielo 16

“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”.

(Efesios 4:29)

Fui a darme una vuelta por la Expo-Loncoche el día sábado. Aproveché mi salida para pasear en familia y poder disfrutar de las muestras, los puestos de artesanía y servirme alguna cosita rica. Vimos cosas bonitas, unas muy buenas y otras no tanto, pero la diversidad de los expositores hacía interesante la muestra. Además todo era adornado por variados show que animaban a muchos de los presentes; respecto a eso me llamó la atención el dúo humorístico que se presentaría: los Indo-latinos. Quería verlos porque hace un tiempo atrás supimos de la separación del dúo porque uno de ellos se había convertido al cristianismo. Todos sabemos cual era la temática humorística de ellos y la separación en cierta medida se debía a la incompatibilidad de sus “chistes” con la vida cristiana.

Dios nos pide en su palabra que ninguna “conversación obscena” (como lo traduce la “Biblia al día”), salga de nuestra boca. Muchos, en el desenfrenado mundo de hoy, creen que es normal hablar así, que va con los tiempos y que así se expresa la mayoría. He visto como muchos padres celebran a los pequeñitos “hablar como adultos”; también hemos sido testigos de como la televisión, incluido los canales morales, incluyen en su programación “palabras corrompidas” ¡Pero eso no es lo que Cristo quiere! Se imagina si nosotros los pastores nos pusiéramos a la “altura de estos tiempos” (que son muy bajos) y predicásemos la santa palabra de Dios con algún disparate ¡Muchos se decepcionarían! Aún la lógica nos dice que está mal.

Luego de resistir la música del grupo anterior, mis oídos se dispusieron para reír de buena gana ¡pero que decepción mas grande! No había nada de cristiano en las palabras de ellos; no importaba que muchos niños estuvieran en la exposición, al aire libre no funciona la censura o la restricción horaria. Ellos hicieron su trabajo, su viejo trabajo; nada nuevo había en la “nueva criatura”, pues por muy cristiano que se diga ser, sus palabras estaban lejos de la voluntad del padre. Obviamente, tome a mi familia y me retiré, pues es sabio el viejo refrán que dice: “a palabras infecciosas, oídos penicilínicos”; Y para no corromper mi boca y las de mis hijos, es mejor privarle al oído de un ambiente que Cristo no aprueba.

Pastor Marcelo Valdés

Iglesia Bíblica Bautista del Sur, Loncoche.