Mirando al cielo
“Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36)
Michael Jacsón murió, y eso a muchos sorprendió. Muchos conocimos el comienzo, auge y decadencia del llamado “Rey Midas” del pop, el hombre que siempre quería vivir; el hombre con mente de niño, el “Piter Pan” de este mundo y que creyó en “el país de nunca jamás”, terminó sus días en esta tierra, y nada de lo que logró amasar, o la popularidad que logró levantar, pudieron con la muerte, que se cierne sobre todos los hombres. Muchos fueron sorprendidos por su partida, porque muchos tal vez creyeron en su inmortalidad. ¿Debiéramos estar tristes? Yo creo que sí, muy tristes, por lo siguiente:
No hay riquezas que puedan entregarnos la inmortalidad. No existe la fuente de la juventud y no hay forma alguna de eternizarnos en esta vida. Somos solo vapor, porque nacemos y morimos y tenemos un destino que dependerá de la elección que hagamos de Dios, aquí en la tierra. Y por muy celebres que seamos, llegará un día en que tendremos que dar cuentas a Dios por nuestra fe y por nuestros actos. No es el dinero y la fama el camino al cielo, no son las extravagancias o las excentricidades las que nos abrirán las puertas a lo eterno, no hay nada que podamos hacer para seguir con vida aquí, y solo una cosa la que debemos hacer para la eternidad celestial y nada mas, que es creer en Cristo, el Salvador. “Desnudo llegamos y desnudo nos vamos” dijo Job y esa verdad es inquebrantable porque a Dios no le interesan los tesoros de este mundo como para ofrecérselos, a él solo le interesa nuestra alma, que es el mayor tesoro, por eso mandó a su hijo y morir por nosotros. El dice “haced tesoros en los cielos” y no en la tierra, (Mateo 6:20) porque la riqueza en este mundo generalmente genera corrupción. Ni todo el imperio que el Rey del pop tenia podía darle un minuto mas de vida de lo que Dios dispuso; tampoco nosotros podemos alargar nuestros días ofreciéndole riquezas a Dios, porque el no se agrada en las fortunas de este mundo, el solo se agrada de la riqueza espiritual que es lo que alimenta lo que mas anhela Dios de nosotros, nuestra alma.
¿Por qué estar tristes? Porque Michael era una persona que puso mucha fe en sus riquezas para vivir, y no en aquel que es rico en todo para dar vida. Porque era un alma por la cual también Cristo murió, pero que, al parecer, eso a él no le importó. Porque muchos quisieran vivir o ser como él, pero solo lograrían un igual destino. Porque solo hay dos destinos, el cielo y el infierno y si él no puso la fe en Cristo antes de morir, ¡no esta con Dios! Y eso a Dios le entristece. Porque son muchos los que dirán que “siempre estará con nosotros a través de su música”, pero que con el tiempo lo olvidarán; recordemos las palabras de John Lennon, de los Beatles, quien dijo: “somos mas populares que Cristo”, pero resulta que Cristo es eterno, esta vivo y tiene una historia de mas de dos mil años y Lennon cada día pasa al olvido y su alma ¿Dónde está? Con Michael será igual y solo será historia, como muchos de nosotros, que algún día partiremos, porque nadie en esta vida es eterno, y tarde o temprano estaremos frente a Dios.
La pregunta es ¿Dónde partiremos? ¿Será donde el alma vive eternamente? ¿O será a una condenación eterna? Depende donde pongamos nuestra fe: si en ganarnos todo el mundo y sus riquezas o en recibir la salvación que es en Cristo Jesús. Dios quiere lo último, pues hizo todo para que vivas eternamente sin pagar un peso, por que Cristo pagó por ti.
Y nunca olvidemos que “a Rey muerto, Rey puesto”. Otro ocupara nuestro lugar en esta vida, todos somos prescindibles, solo para Dios somos realmente importantes.
Pastor Marcelo Valdés
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