miércoles, 2 de junio de 2010

La Palabra que une o Divide 2



En el artículo de la semana pasada hablamos de porque hay tantas denominaciones que pareciera que la iglesia de Cristo estuviera dividida. Y el punto principal se halla en el libro Sagrado llamado “Biblia”. Son distintas las interpretaciones que pareciera que este libro no fuera claro en su mensaje, por eso algunos se agrupan aquí y otros “allá”. Y mencionamos dos errores claves a la hora de interpretar que son meramente humanos, porque sabemos que Dios es perfecto y no falla ni cambia. Nuestras limitaciones y nuestra naturaleza pecaminosa y perversa fueron los puntos comentados. Ahora mencionaremos dos más, que creemos que son fundamentales para tener en cuenta a la hora de extraerle las verdades espirituales que nos presenta la Palabra de Dios, y así tener cuidado de querer darle el sentido que “yo quiera”, versus el QUE DIOS QUIERA.

LA INCREDULIDAD es uno de los factores que dividen. Y no hablo de ateísmo, sino de cierta falta de fe en los milagros descritos, donde este tipo de personas aceptan cierta información creíble, pero desechan la milagrosa por ser para ellos de carácter fantasioso, argumentando que la verdad de Dios se combina con mitos y leyendas propias de la época, las que hay que desechar. Muchos actúan como Tomas, “ver para creer” pero el Señor nos dijo “Bienaventurado los que no vieron y creyeron” (Juan 20:29). Cuestionan milagros como la separación del mar rojo, el arca de Noé, la creación, el sanar un paralitico, el sacar demonios de las personas, el devolverle la vista a los ciegos, etc. Pero creen en Dios, en un ser poderoso, que a la hora de los milagros ¡no es tan poderoso! ¿? Incluso algunos cuestionan la resurrección de Cristo, base fundamental de la fe cristiana, argumentando ideas como que nunca murió, que tuvo catalepsia, que entró en un coma profundo, etc. La misma Palabra dice “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (1Corintios 15:4)

En segundo lugar, EL TRADICIONALISMO es una de formas más comunes de torcer las Escrituras. En la época de la edad medieval, cuando había un alto índice de analfabetismo y la prohibición de “la iglesia Católica” de leer las escrituras, el tradicionalismo de los pueblos fue fundamental para llenar los vacios espirituales. Muchos historiadores nos muestran como se fundieron las tradiciones con el cristianismo, modificando las verdades espirituales. No toda tradición es mala, pero debemos someterla al ojo de Dios y conservarlas si no va en contra de los principios bíblicos, o desecharlas si pone en riesgo nuestra vida espiritual. Por ejemplo, si una cultura permitiera al hombre tener varias esposas (como en algunos países africanos, en la religión Islámica, etc.), debiéramos dejar dicha tradición y reemplazarla por el consejo de Dios, el camino más alto y sublime de tener “una sola mujer” (1Timoteo 2:2, 12). Ya en los tiempos de Cristo los fariseos habían hecho de la fe Hebrea tradiciones de hombres, y que no se ajustaban en nada a lo que Dios aconsejaba en las Escrituras (Mateo 15:1-9). Hay quienes prefieren seguir “la tradición” que los consejos de Dios, y eso divide.

Lo importante para todo hijo de Dios, es que seamos sinceros y examinarnos a nosotros mismos ante las Escrituras, para ser un buen hijo. Que predomine el consejo de Dios que “mi consejo”; él es más sabio que yo.

Bendiciones.