Ergon significa obra (en griego) y, obviamente, sin fe, "Ergon" es nà. Bienvenidos
martes, 27 de enero de 2009
Tenemos quien nos cuide
Mirando al cielo 12
“El que habita al abrigo del altísimo, morará bajo la sombra del omnipotente” (Salmo 91:1)
Cuando se viven tiempos de incertidumbre y de escases, cuando el trabajo escasea y la seguridad ciudadana cada día es incierta, cuando hay pocas oportunidades de salud y de una buena educación, viene un sentimiento de desamparo y soledad, que a muchos lleva al desanimo, la frustración y la depresión. Se empieza a ver la vida como una prisión, como la cárcel de las angustias y la desesperación, nada tiene sentido, y se cree que todo es malo. Malos son los trabajos y los sueldos, malos los hospitales y sus funcionarios, malos las municipalidades y su alcalde; malas las personas, malos los vecinos, malos los pastores y las iglesias, malos los precios de las cosas, mala la televisión y la radio… etc. ¡Todo es malo! Se cree que todo es virulento y muchos ¡Terminan siendo malos! “Somos producto de la maldad de los hombres” alegan algunos, “Los errores de nuestros padres son la maldad que hay en nosotros” dicen otros; muchos comienzan a justificar su maldad por lo mala que es la vida y se crea una celda llena de pecado razonable de la que no se puede (y muchas veces no se quiere) salir. Que aflicción de espíritu.
Y si bien la vida tiene muchas cosas malas, y el pecado que habita en nosotros contribuye a la maldad, es bueno saber que el remedio a tanta perversidad sigue siendo Dios. El mundo puede ser malo pero ¿debo serlo yo también? claro que no, porque Dios te invita a ser bueno. ¿Estamos desamparados? claro que no, porque Cristo bajó del cielo a morir por nosotros para librarnos del pecado y ser parte de él. Entonces no hay excusa para ser malo y sentirse solo, no hay pretexto para el amparo del mal y creer que no tenemos a nadie que nos ayude. Tan perfecto es Dios que no solo nos protege de un mundo caído, sino que además nos libra a nosotros de caernos, nos limpia de nuestros propios pecados y somos justificados por el sacrificio de Cristo. Si vienes a Cristo “moraras bajo la sombra del omnipotente” y “aunque andes en valle de sombra de muerte, no temerás mal alguno, porque Jehová estará contigo” (Salmo 23:4).
Si tienes esa sensación de soledad y desamparo es porque tal vez no has invitado a Cristo a tu vida, pero “he aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él…” (Apocalipsis 3:20) ¡Abre la puerta de tu corazón e invítalo a entrar!
Pastor Marcelo Valdés
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